Cl. 2010 - 1a fecha: Caballos del comisario 3 - Mis pequeños ponies 0

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HOTCANALLA CAMBIÓ DE LUGAR
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Por primera vez en su fructosa existencia, el Núcleo Generador, el Politburó, los CEOs, el Comando Mayor de Hotcanalla se juntaba en pleno para ver un partido de Centralito.
Por ATC, por supuesto, ya que la práctica repetitiva nos ha probado con holgura que ir a la cancha sólo sirve para que el observador preclaro parcialice su mirada puteando por foules que no fueron, se obnubile proyectando hacia la azabache figura del árbitro sus frustraciones, sus traumas y miedos pusilánimes, e intente vanamente sintonizar palabras de consuelo en la FM del celular, anulada por el ruido circundante. Y peor si vamos de visitante a Bueno Zaire, donde la inescrutable naturaleza humana te invita a tomáporrone bajo el sol crujiente de la siesta, por lo que el hincha viajero y circunstancial turista termina durmiendo parado desde el entretiempo al pitazo final, y con migrañas.
Encendida la alarma del desmantelamiento usandizaguiano, entonces, el Gabinete Nacional de Hotcanalla se da cita en bar decadente con nombre de próspera región de España ubicado en semitradicional esquina rosarina para lamentarse haber acertado los malos pronósticos. Pero la previsible falta de aire acondicionado en el citado lanchonette derivó en una decisión que posiblemente haya afectado el rumbo de las cosas para El Nuestro. Cuando los futbolistas no dan garantías, la metafísica adquiere primordial relevancia; la cagada es andar a ciegas en ese terreno, sin certezas de parapsicólogo, y entonces sólo el resultado final te confirma que cambiar a último momento de bar, o peor: traicionar a ese lugar desfavorecido por la estética y la higiene, pero que en tu vida de hincha te ha regalado hazañas como la de ver empatar a un Central de Alfaro, para preferir un restó chillout, un chichecito emanado de arquitectas olfachonas con LCDs de 32" que a Valentini lo muestran parecido al Negro Palma, sólo podía generar ondas, si no negativas, al menos dudosas para el equipo.
Como diría Cuffaro, lo bueno es que nos pudimos juntar. El hiperproductivo Bad Mad cruzó fronteras barriales y llegó con tiempo de sobra, como para ver a la reserva si la hubiesen emitido. Pero existió ese momento dubitativo, la fascinación del oropel, y desviamos el camino.
Que sirva la experiencia para separar la paja del pajero: seamos responsables como hinchas, ocupemos los lugares que nos corresponden. Porque después nos escudamos en pelotudeces como que el dañino del Vasco mintió con que iba a traer refuerzos, con que tenemos dos delanteros que asustan menos que un zapallo de Halloween, que por las puntas se nos filtran como gotera'e'rancho, que a Caraglio más bien nos resignamos a esperarlo para el torneo que viene, que Astudillo lo supera a Méndez en calidad capilar y en todo lo demás ni le pone las canilleras, y otras observaciones oportunistas que se desautorizan por sí mismas ante el primer triunfo rutilante y categórico de nuestra escuadra.


Aunque el calor desanime, estar presente aquí es lo que la causa nos pide.



Escuchar en esta atmósfera lounge-ambience el relato de TV con palabras como "el formoseño Yacaré Nuñez" patentiza la incompatibilidad del bistró cool
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