TEOLOGÍA, GEOMETRÍA Y GRAMÁTICA DEL CENTRO AL ÁREA
"Tal perdió la marca"; "Se le escapó el más alto"; "Le vuelven a marcar de pelota parada"...
El organismo del analista deportivo promedio está hecho de un 75% de agua y un un 25% de frases hechas y lugares comunes.
Central -y Null también- el fin de semana último sufrieron goles similarísimos: cabezazos profesionales conectando un corner fulgurante a la frontera del área chica. Casi todas las jugadas de esa índole desatan la caza de brujas de quién "no tomó la marca", o algo así.
Estos dos goles que referimos -el sufrido y el festejado- ofrecen la foto engañosamente parcial del cabeceador que marca el gol. Ese recorte de imagen es el que produce la fascinación hipnótica que concentra la evaluación puertas adentro del área, y desatiende lo que desde aquí subrayamos como LA CLAVE: la calidad del centro.
Los dos flacos que ejecutaron esos corners (P Rosales de Olimpo y N Aguirre de Arsenal) son lanzadores diplomados. Sus envíos combinan ubicación, curva y potencia (potencia = fuerza x velocidad). Para un equipo defendiéndose de esos centros lo excepcional y meritorio es que logren rechazarlos, porque esa pelota viene tocada por una varita mágica que la cargó de voltaje goleador.
Carecer de un lanzador (o servidor, alabardero o como se llame), opinamos, es UNO DE LOS ENORMES PROBLEMAS del primer equipo de Central. Y lo viene siendo hace años.
De aquellas tres virtudes necesarias para un buen centro (ubicarlo con precisión, curva parabólica y potencia justas), Carrizo con suerte te acierta una. Delgado es un poquito mejor, a veces.
En su momento Pizzi justificó el traer al tal Lombardi por su presunta buena ejecución de este tipo de pelota. Eso, al menos, mostraba un entrenador preocupado por contar con ese... ¿puesto?. No, okey, ya sabemos que no es un puesto, y que Lombardi fue una semigarcha en todas las otras tareas del futbolista profesional. Pero sí nos parece que un DT tiene que asegurarse que dentro de los 10 jugadores de campo haya uno que, además de cumplir con el decálogo de su puesto, pueda enviar un centro útil.
Los últimos años de Central nos muestran una lastimosa dilapidación de esas situaciones. Cada tanto sale bien, con suerte, sujeto a quién sabe qué circunstancias. Pero dejame de joder, lejos estamos de ponernos ansiosos y prestos al grito ante cada corner o tiro libre nuestro que va a caer en el área contraria. Más bien vivimos esas situaciones como un "Y... vamo a vé qué pasa".
El pibito Carrizo agarra la pelota con sus manos, la empieza a acomodar, toma distancia, mira a los potenciales receptores, y... casi seguro que la patea mal.
Memorizando sin mucho esfuerzo recordamos a Pablo Lima, el paraguayo Mauro Monges, Equi González, como muy buenos ejecutores de centros con pelota parada. Y, por ejemplo, al Kily como uno muy malo pero empecinado en hacerse cargo de ellos (como lo hacía con las docenas de penales que erró).
¿Qué nos vendría bien para jerarquizar esa función tan erosionada en Central? Bueh, por ahí uno de los dos refuerzos que vengan en el verano trae este bonus. Adelantamos opinión de que Jesús Mendez (con todo el deseo que tenemos de que vuelva) no es solución para esto, que está en la mismo ránking -o unos centavos arriba, apenas- que Delgado y Carrizo.
Si no, proponemos una alternativa: que FIFA y la International Board habiliten reemplazos temporarios y tengamos en el banco de suplentes un magister en córners que entre sólo para patearlos y vuelva enseguida al banco. Como cuando contrataban al argentino Martín Gramática en el fútbol americano, para que entre nada más unos segundos a patear al arco.
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