ESA HISTORIA JALONADA DE CORAJE

ESA HISTORIA JALONADA DE CORAJE
De hazañas sin par, la gloria eterna de Rosario Central

19 may 2013

LA PREDICCIÓN DE IGNACIO YA ES SOLO UNA ANÉCDOTA



¿Está bien celebrar el ascenso? 
¡Mavále que está bien! Si por todos lados nos proponen que cada día celebremos estar vivos, o que nace una flor o sale el sol ¡qué mejor decisión que celebrar por lo que se te antoje!
Aunque también hay hinchas de Central no lo veían tan así. Con todo derecho. "Es su obligación ascender", pensaban del plantel. Como cuando un chico le trae a su padre vieja guardia un 7 en la libreta: "Me imagino que no esperarás que te felicite".
Pero ese debate quedó tapado por los bocinazos, ridiculizado por la multitud histórica, instintiva, que no dejó cuadra de Rosario sin alegrar de azul y amarillo. Y también en otras ciudades.

El guionista de esta película nos hizo creer todo el tiempo que Toledo era el malo, pero el final sorpresivo que preparó fue un verdadero shock: la historia termina mostrando a Toledo como el supercrack que fue en Jujuy. Ahora, qué impecablemente había actuado el papel de malo hasta este partido, eh?
Cuánto suspenso, cuántas lágrimas hasta este final. Demasiado.
La cosa es que Sabella estaba segurísimo de convocar a Scocco a la selección, y después de ver el hat trick de Toledo le surgieron dudas.
El arquero jujeño ya preguntó en Agremiados si la obra social le cubre la psicoterapia que necesita después de que el templado -por su temple- Javier le haya hecho 3.

Los centralistas tenemos algo con Jujuy.
Montones, pero montones, de canallas identifican sus facebooks, messengers, pantallas de celular, tocadiscos, portadocumentos, y otros avatares tecnológicos con una foto suya en la Quebrada de Humahuaca vistiendo la casaca Nuestra. Y lo hacen desde hace años, no por esta semana en particular.
Te encariñas con este rincón bien rincón de nuestro país.
Cómo no encariñarte con los jujeños, diría cualquiera (N de la R: Jujuy está lleno de jujeños).
Pero, también, está eso de que Jujuy es el corner de Argentina. Y viste la esperanza que te generan los corners.
La conexión canalla con Jujuy viene de décadas. Te acordás que por aquí pasó don Angel en los 70, dirigiendo a Atlético Chirola Ledesma. Y del sentido hit "Un guerrero yo soy" cantado en carnavalito.
Pero ojo que no es que acá venís y ganás caminando. Más bien lo contrario. La temporada pasada, nomás, perdimos con todos los papeles, en aquel 2 a 0 con gol de emboquillada de Luna que le terminó costando la titularidad -medio para siempre- a Fatu Broun.
Tendemos a vivenciar una sensación de pureza acá en Jujuy. Siempre ascendés hacia algún lado en Jujuy.
Hoy llegamos después de este larguísimo viaje que arrancó hace casi 3 años.
Ojo el detalle, además: nadie podrá decir que Central estuvo 3 años en la B. A lo sumo, 2 años y 361 días...
El camino fue tortuoso, pero llegamos.
Un final feliz, y en el buen Jujuy.

Cuando Manchester United salió campeón en la fecha 34, hace un par de semanas, nos planteamos “Central no puede ser menos, incluso jugando un torneo más difícil que la Premier League”… Y bueno, acá estamos.
Pero primero tuvimos que hacer el largo vaje a Jujuy. Larguísimo: tardamos mucho más de lo que tardó Belgrano (el prócer, no el pirata) en llegar aquí.
Salimos de Rosario un gris, frío y lluvioso 23 de mayo de 2010. Nos fijamos en RutaCero y decía que el trayecto era largo pero seguro, que a lo sumo podía haber algún contratiempo en Rafaela, en Tucumán, o que hasta en el mismo Jujuy nos podía costar ubircarnos en la cancha. Pero no parecía mucho más complicado. Otro sitio que consultamos, www.speciale.com.com, indicaba como vía de llegada una autopista que nunca apareció. Bah, sobre el final sí la encontramos. Es la que pasa por al lado del Estadio 23 de agosto en Jujuy, nos decían los lugareños.
Como todo viaje de larga distancia, el nuestro fue con dos choferes, Merlo y Rivoira, que se perdieron apenas salimos. Vos le cantabas “Chofer, chofer, apure ese motor que en esta cafetera nos morimos de depresión” y ellos te miraban con cara de “¿Y qué querés que haga con esta porquería de equipo que nos dieron…?”

El descenso, la B y el ascenso son quizás el territorio más fértil del fútbol para la metáfora. El purgatorio, el exilio, la enfermedad, el desmoronamiento, el extravío, la pesadilla, la prisión, el calvario, el retorno emocionante y varios otros sinsabores de la vida representan metafóricamente este período de la historia de un equipo y su hinchada. En tal grado, que tanto insistió Independiente con su identificación con el infierno que están a punto de darle el gusto. Por definición, entonces, la conclusión número uno es que el descenso no es la muerte. Aunque, fijate vos, en los primeros tiempos posteriores al descenso se vive, virtual pero tan vívidamente, una especie de duelo. El descenso no es la muerte de uno, entonces. ¿Y ese duelo es por la muerte de qué? Y… será la muerte de lo que fuimos, de lo que habíamos sido, de un pasado altivo.
Pero pronto hay que volver a la actividad cotidiana; en el trabajo no te corresponden más que un par de días por duelo. Y así te vas acostumbrando al nuevo escenario. Se te aparecen fantasmas, cada tanto, que no visten sábanas sino casacas mamarrachas llenas de publicidades y colores, y con nombres como Deportivo Merlo, Brown de Madryn o Crucero del Norte… o Shaffer, que te hacen reencontrar con tus cucos vivenciales, y hasta a veces te pegan un susto de verdad.

Si Merlo y Rivoira –y esos pocos kilómetros del relevo Palma- fueron conductores erráticos y desinformados en este viaje, ni te cuento lo que fue Pizzi. Con Pizzi nos tocó el peor de los accidentes: el que ocurre cuando estás a punto de llegar después de haber viajado incansablemente un trayecto larguísimo. Todavía no se sabe qué le pasó al boludo; hay peritajes pero son contradictorios. Los bienintencionados dicen que se quedó sin nafta. Para mí se quedó dormido. Y encima esa lluvia (nuevamente, qué presencia nefasta en esta época del Nuestro).
El éxito de Russo duplica la responsabilidad casi criminal de los Usandizaga (adonde vayan los iremos a buscar). No conforme con diezmar un equipo y mandarnos al descenso, el devenir de la historia hoy nos refresca en retroactivo que fue Miguel –Su eminencia- el último y único que ya nos había salvado, para luego ser echado por HDU (HoRalph el Demoledor Usandizaga). Es decir que despreció la importancia de no descender dos veces.
Vale el repaso de aquellas decisiones mucho más dañinas que obcecadas porque, como dicen los familiares de las víctimas realmente fatales, “a nosotros nadie nos va a devolver al ser querido que perdí, pero queremos justicia”. Condena excéntrica, original como tantas ocurrencias canallas, la de no poder andar por la calle. Sin absolución a la vista.
Y a Madelón que alguien le haga llegar el dato comprobadísimo de que Dios no es de Central, como creía él. En vista de los resultados, Dios parece ser más bien del Barcelona, del Bayern Munich, o por ahí.

Pero ¿sabés qué? Tuvo sus atractivos este indeseable plan trienal. Uno de los principales fue recorrer lugares recónditos del país. Entiendo tu envidia, Mario Markic.
Incluso, en dos temporadas con equipos patagónicos pudimos volver a vernos cara a cara con los pingüinos, en su hábitat natural, ahí donde Punta Tombo interrumpe las calles Rodríguez y Pueyrredón.
Ni te cuento si te coincidía la temporada con el destino turístico. Cosa que no ocurrió mucho. La influencia de Central en AFA es tan pobre (ni hablar de ayudarnos a ascender) que ni siquiera podían lograr un fixture que nos facilitara a los hinchas ir a Mar del Plata en verano, a Corrientes en carnaval, a Córdoba en Semana Santa.
Pero listo, suficiente con tres años de esto. El ascenso era impostergable. Muy linda la casaca a cuadros azul y blanca, pero no la aguantaba más. Ya estaba cerca de olvidarme de lo que eran nuestros jugadores con la azul y amarilla, como cuando se te borronea una cara en la memoria.
Ya es hora de volver a jugar nuestro clásico, de volver a ganarlo en la cancha o por abandono. Ya es hora, también, de que merecidamente el presidente Speciale vuelva a disfrutar de su clásico con Boca.
El ascenso merece un partido celebratorio, y el rival ideal sería All Boys, en una especie de conjuro metafísico.

La hinchada no descendió. Central es un grande. Las dos verdades históricas han quedado incólumes y altivas.
Central desciende en épocas de descenso de equipos grandes. Así fue en los ’80, y así nos acompañó River y tiene un 51% de las acciones del próximo descenso Independiente.
Y como le exigíamos, con el faro de la campaña del Manchester, coronó en la fecha 34.
Lástima que la cultura fútbol de Argentina no te admite una cena de gala llena de medios masivos como la que hizo el Manchester, con Ferguson y todos los jugadores de etiqueta y con sus parejas (top models).
La Gala del Ascenso Canalla. Donde se puedan ver otras dimensiones de la elegancia de Nery Domínguez, del aplomo de Caranta, del hambre del adorable Chucky Medina, de la originalidad de Méndez, de la moral de Valentini, del glamour de Miguel Russo.
Y me habría emocionado hasta las lágrimas –no es una muletilla, hasta las lágrimas de verdad- verlo al Sapito Encina detenerse en la alfombra roja para posar ante los paparazzi, con su traje gris perla y sus zapatos blancos (como los que usó todo el torneo). Y ya adentro, en plena fiesta, asombrar a todos con sus pasos de cumbia, de esos que le hace a la pelota y al rival y que todos confundimos con gambetas.
Cuánta alegría.

GUILLE M B
Banderillero Satelital

2 comentarios:

Taller de Radio Berazategui dijo...

excelenteee!!! ya está en mi muro! abrazos canayas!

Anónimo dijo...

La genialidad de un genio