ESA HISTORIA JALONADA DE CORAJE

ESA HISTORIA JALONADA DE CORAJE
De hazañas sin par, la gloria eterna de Rosario Central

23 jun 2012

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Sres. Jugadores
Sr. J. Pizzi:

De nuestra mayor consideración:

Nosotros sabemos mucho de ustedes pero ustedes saben poco de nosotros. Por eso quizás les sirva esta carta. 
Ustedes ven y escuchan al hincha que se les presenta en las primeras filas, o en la masa ruidosa y multicolor de las tribunas; ustedes deben tener amigos que les hacen llegar pinceladas de lo que estamos viviendo los centralistas; y quizás recorran las calles de la ciudad en sus autos polarizados; y hasta puede ser que cada tanto se entremezclen con seguidores de esos que están metidísimos en la vida del club, o que tienen tiempo y dinero para acompañarlos a los hoteles donde ustedes se hospedan de visitante.
Bueno, todo eso no alcanza para que ustedes sepan de nosotros.
Nosotros sí sabemos de ustedes. Al menos lo que nos interesa: las ganas de muchos, la lentitud de algunos, la imprecisión de varios, las pocas agallas de otros en los momentos clave, los rumores de lo que cobran por contrato. Nosotros los vemos por la tele a ustedes, con docenas de cámaras, con repeticiones. Les seguimos en detalle algún movimiento interesante, los acompañamos en la bronca al comprobar cómo nos cagó un lineman (a ustedes y a nosotros al mismo tiempo, en eso somos todos uno), los sufrimos.
Esta carta es para que ustedes sepan de nosotros.
Acá hay gente que hoy recibió un impacto inesperado e injusto.
Ya sé que Desamparados también tiene aficionados de la misma raza humana que nosotros, con sufrimiento, etc. Pero les juro que mañana todos ellos están viendo TC2000 a la mañana o Talento Argentino a la noche, olvidado el descenso. Ni la alegría ni la tristeza hacen tajos tan profundos en esa cultura futbolera como en la Nuestra.
Acá hay cientos de miles de personas que esta noche tendrán que beber para intentar dormir y olvidar esas imágenes ignominiosas de cualquier semiamateur superando con eficacia y hasta elegancia a nuestra defensa im-pre-sen-ta-ble. De esos cientos de miles, algunos son como los que ustedes conocen: saco elegante, camisa de cuello rígido, cutis tostado, y el lunes ellos volverán a sus estudios, negocios, oficinas, viajes, a sus existencias sin privaciones y con una gama variada de posibles fuentes de consuelo.
Pero de los otros les quiero hablar. Los que esta misma noche tienen que tomar un turno a la intemperie en una estación de servicio, o cuidando autos en la calle, o de serenos en cocheras, o manejando un ómnibus de larga distancia, o de mozos, cocineros, gambuceros de restaurant, o en deliveries de pizzas o empanadas en moto, o de enfermeros, o de cuidadores de ancianos, o como basureros y barrenderos, o de cadetes de hotel; o los que son inmovilizados físicos o por la edad, con la tele y Central como únicos o casi únicos respiradores artificiales de vida cotidiana. Gentes de 10 mil raleas. A esta gente, muchachos, entre otra, ustedes les han infligido un golpe de tristeza injustificable, hasta diría que punible.
Ellos necesitaban desesperadamente que ustedes hoy ganaran. La vida les trae disgustos y privaciones todos los días. Ellos se habían guardado esta tarde de sábado -y también la mañana del domingo pasado- para incorporar una alegría que quizás se les niega sistemáticamente a su vida real.
Y no me vengan, insisto, con que en el fútbol y en el deporte uno gana y otro pierde. En los dos casos de derrota, y con Patronato también, le hubiésemos ganado a gente que ya estaba hecha, feliz de estar en la categoría, o resignada por la mala campaña.
Es acá, en nuestra masa de gente, donde la densitometría del sufrimiento da elevadísima. Esta nuestra tragedia es más tragedia que las tragedias de los otros. Por más forro que suene.
Porque además se referencia con la justificada expectativa que se había ido cimentando.
¡Si ya estábamos casi ascendidos! (no lo dijo nadie del plantel, pero era lícito sentirlo).
Ustedes han sido estas últimas dos semanas unos reverendos hijos de puta.
Más vale que la lectura de esto les sirva para incorporar una dimensión más de a quiénes, en la vida real, han afectado hasta las entrañas, hasta las lágrimas.
Han sido unos negligentes, pusilánimes, erráticos, irresponsables, soberbios, subestimadores, ingratos, impotentes, unos hijos de puta. Cada uno de ustedes fue algo de esto. Y algunos se merecen que los caguen a trompadas. Digo esto luego de horas de reflexión, tratando de no escribir sobre la consumación inmediata de la basura que produjeron ustedes hoy.
¿Mal preparados psicológicamente, ansiosos, desafortunados, nerviosos, presionados por la coyuntura? Váyanse a la concha de su madre, del primero al último, de Pizzi al fisioterapeuta.
Ya todos ustedes saben que si coronan este encadenamiento de cagadas perdiendo la promoción (¡y ya demostraron lo muy posible que es eso!), al otro día su representante estará buscando dónde firmar un nuevo contrato por cifras de 5 ó 6 dígitos.
Y dejarán a nuestra multitud de sacrificados con el mayor de los disgustos, por años.
Si así ocurriere, les deseo los peores fracasos profesionales en su futuro.
GB
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7 comentarios:

Unknown dijo...

Amén !

Unknown dijo...

Increíble. Me gustaría pero, no agrego nada más porque sería caer en la redundancia y opacar tus sabias palabras. Simplemente, decirte que hay una persona que te acompaña en cada uno de esos sentimientos y que terminó de leer la nota con lágrimas en los ojos. Gracias, nunca creí encontrarme con alguien que comprenda realmente el dolor que causa esta gente con su falta de compromiso. Te leo siempre, seguí así!

Udi dijo...

Si usté vino remando de atrás, penando por arrimarse a los líderes, y llega, con la boca afuera a un cuarto puesto, esto es honroso y lo llena de felicidad.
Ahora, si usté los viene relojeando a todos desde arriba, y faltando 4 fechas se cae a pedazos como un boludo, y queda cuarto. Entonces la honra se la mete donde le quepa, y la felicidad transmuta en amargura y puteadas.
Sin embargo, ciertos sentimientos no admiten cambios. A seguir sufriendo, pues.
Vamos Canallas, todavía hay chance !

Morgan dijo...

Como me gustaría que el plantel pudiese leernos (digo leernos porque suscribo casi todo)... Creo que bastaría como motivación saber que están jugando con nuestro corazón, con el corazón de cada pibe, de cada hombre y de cada viejo que forma parte de Central, si CENTRAL, porque Central somos nosotros, por que somos nosotros los que lo hacemos grande , somos nosotros los que lo elegimos y corporizamos este sentimiento, ustedes se ponen la camiseta...y nada más Esa camiseta es pesada porque está cargada de amor, de historia y no hablo de historias heroicas, hablo de historias cotidianas, simples, hermosas,esa camiseta somos nosotros. Por favor muchachos, se puede perder, pero estén a la altura de la circunstancias! Con huevo, concentración y fe en la cancha, no habrá reproches afuera que deban hacerse. Vamos canaya! TE AMO!

Fernanda Ochoa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Fernanda Ochoa dijo...

Tengo una crítica sobre la carta: ¿porque suponer que una persona de traje y corbata va a ser menos doliente que un gambucero?
La frustración, la rabia, la impotencia y finalmente el olvido, el borrón y cuenta nueva, el renacer de las ganas de seguir creyendo y seguir alentando, es igual, para todos y cada uno de los hinchas del CANALLA más allá de las clases sociales, o la diferencia de géneros. Piensen que si así no fuera, si uno solo de nosotros como hincha fuera siquiera tibio en su forma de sentir, o su sentir fuera solo una cuestión de un momento...pues entonces, no estaríamos hablando de canayas, estaríamos describiendo a la hinchada del rival.

Unknown dijo...
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