A LA HORA DEL VERMÚ
LOS MELLIZOS SORIANO FUERON ATENDIDOS DURANTE TODO EL PARTIDO POR MOZZO |
Este Central de Pizzi que aprovecha al máximo sus exiguas ocasiones para marcar (tuvo dos contra Def. y Justicia y una contra Gimnasia y Esgrima), falló por centímetros esta vez.
Antes hubo un primer tiempo que bien lo podríamos haber empleado para otros menesteres como ir preparando la picada o darle la segunda mano de pintura a la puerta cancel. Únicamente una jugada bohemia, un remate de Abel Soriano que no terminó en gol porque Valentín interpuso su casi-humanidad en el recorrido del balón que se fue serpenteando al lado del palo izquierdo de Broun y que nos atragantó la aceituna que solo pudimos bajar con abundantes tragos de Chinato Garda.
Fue una jornada más azul y oro que de costumbre, en un estadio carente de por lo menos una tribuna que era utilizada como estacionamiento, los más jóvenes, desprevenidos, pudieron haber confundido a las hinchadas ("¡Pero cómo!, ¿no es que todavía no estaba habilitado para visitantes?"; "Mirá, mirá, le copamo la cancha, somo locale sotra vez!).
Los mayores, ancianos quizás, recordarían que Atlanta eran nuestros verdaderos padres; pero claro, allá lejos y hace tiempo, en épocas de Gómez Voglino o antes, tal vez.
Una bandera que rezaba “Amistades jamás” nos invitaba a preguntarnos quién querría ser amigo de Atlanta, a no ser por la utópica idea de conseguir descuento en un local de Once.
Este Central que no se cansa de pedirnos muestras de fe y estoicismo como ejemplo de nuestro amor incondicional, nos hace ahora madrugar para verlo. Y nosotros seguiremos así, si es de mañana, el próximo domingo muy tempranito, con mi gorrito y mi… Uy, disculpen, eso correspondía a la vereda de enfrente. En fin, el domingo provistos de tetra-bricks, pero de Cotar, Upar y La Rodriguense, coparemos el Gigante al grito de "♫ Vayas a donde vayas iré contigo, comiendo una tostada con Chocolino ♫"
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