ESA HISTORIA JALONADA DE CORAJE

ESA HISTORIA JALONADA DE CORAJE
De hazañas sin par, la gloria eterna de Rosario Central

21 ene 2013

EL NO-CLÁSICO DEL 20 DE ENERO DEL AÑO 13


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Al momento de escribir esto asistimos una disputa desprolija y fuerte entre dos frentes informativos más rejuntados que coordinados: de un lado, dirigentes de No Boy + periodistas afines (con la www.lacapital.com.ar a la cabeza) + otros se esfuerzan por responsabilizar al gobierno por la suspensión del clásico, incluyendo patéticas apelaciones a la entelequia “los violentos”. Allí, el mismo estatus le cabe a un pistolero en el Parque que a un gordo impaciente que empuja una valla en Arroyito o a un mongoloide que quiere un calcetín de Peppino. Una versión ridícula y pobrecita de la Teoría de los dos demonios.
Del otro lado, el miniministro, la policía y la empresa organizadora han unificado el discurso en que la CD de Nob suspendió unilateralmente y de hecho, no presentando el equipo.
Si nos distraemos, parece que lo que está en juego es la resucitación del ya aburridísimo asunto de los Abandonos. ¡Pero cuánto más que hay en juego!
Para el gobierno puede llegar a significar ni más ni menos que una nueva renuncia (muy fertilizada con cuestiones bastante más graves del panorama delictivo).
Para la policía… bueno, cualquiera podría decir ‘qué le hace una mancha más al tigre’; o sea, ¿cuánto puede sorprendernos un nuevo operativo pensado más para recaudar que para prevenir? Sin embargo, los lugares comunes del habla popular no son más que eso, y seguro que la policía también tiene cuentas que rendir sobre cómo pensó y actuó el domingo 20 de enero. Y cuanto más estado público toma cada asunto así, más riesgo hay de remociones de comisarios, etc. Además, un policía baleado siempre es tema delicado dentro de la fuerza, y hay que ver con qué modales se piden y se dan explicaciones entre los uniformados, puertas adentro.
World Eleven, el organizador del evento, tiene en este momento la obligación corporativa de minimizar todo lo posible la pérdida económica. La probabilidad de que el asunto –son millones de pesos- se dirima en Tribunales debe ser alta. Para eso, nada más útil que ir acumulando constataciones, desde el primer día, de que ellos hicieron todo lo que correspondía, de que una parte incumplió olímpicamente el contrato. Esta por verse aún si el árbitro hizo un informe –¿existen los informes arbitrales en estos partidos?-, y si lo hizo, qué dice. La empresa y sus abogados apuntan a llegar a Tribunales con una valija llena de pruebas contundentes. Lo que diga el Ministerio oficialmente está entre lo más contundente, suponemos.
Milagrosamente, Speciale zafó de tener que dar explicaciones por un nuevo fracaso. Andá a saber si hasta incluso lo vivió como un logro. Sería el primer logro de su gestión… Aunque para él sí que era un partido de poca monta: SU clásico es Boca.

El periodismo (tanto el mediocre como el otro) interesado en cuidarle la espalda a Lorente y compañía está haciendo uso indiscriminado del lugar común “Fracasó el operativo de seguridad”. ¿Cuál es el fracaso?, ¿que hubo incidentes, que se olvidaron de desviar el 153, que no impidieron que familias socias de Nob vayan a la pileta?; ¿cuándo sería exitoso un operativo: cuando no pase NADA, como si estuviéramos en Suiza?
(Con esta foto, www.lacapital.com.ar nos pretende mostrar violencia.
Esto, en el fútbol argentino hace tiempo que no es violencia, es la cotidianeidad.
Y para nada ponía en peligro la realización de un partido de fútbol).
En todo caso, la falla escandalosa del operativo fueron esos miles de frenéticos en la cancha que arrancaron carteles, los improvisaron como puentes de asalto, y pastorearon por el césped del Gigante con su euforia hipertrofiada. Pero bueno, habían pagado una entrada bastante cara y alguna vivencia se querían llevar. Ahora tienen, al menos, algo para contar.
Si hace falta iremos a la hemeroteca, pero sin errarle mucho se puede afirmar que los hechos del 20/01/13 son bastante menos graves que los de clásicos del pasado. En 1992 se jugó con Osvaldo Laurino muerto de un balazo en la puerta de la cancha minutos antes del partido. En 1989 se trasladaron dos clásicos a Buenos Aires por situaciones de violencia, pero se jugaron. Durante décadas eran muchos los jugadores que exhibían e incitaban a la violencia. Hace mucho menos, la bravuconada de Usandizaga de reducir la cantidad de entradas para Nob visitante desató hechos sumamente violentos.
Okey: “también se tendrían que haber suspendido esos clásicos” polemizará el purista. Y capaz que sí. En realidad, lo que los hechos mostraron es que, incluso con todos esos excesos, los partidos se jugaron, ganamos, perdimos, el baile se lo dimos o nos lo dieron, y no se propagó ningún incendio.

El gobierno y la empresa organizadora podrían ostentar, tranquilamente, que la principal y más efectiva medida de prevención se había decidido y aplicado anticipadamente: que no haya hinchada visitante.
Incluso, podrían reforzar su postura evidenciando que muchos sectores de Nob estaban obsesionados con no jugar el clásico, desde hace varias semanas. Los atentados a las sedes de Central tienen más olor a eso que a otra cosa.
Nos encantaría saber qué pasó en Ricardone, qué conversaciones hubo. Fueron interesantes las crónicas de algunos periodistas que estaban trabajando en el Gigante y recibían llamadas desde la concentración leprosa preguntándoles qué onda. Pero nos encantaría saber más: ¿hubo alivio o desazón por la suspensión? (Se acepta la misma pregunta para el vestuario canalla, aunque estamos seguros de que ahí sí había ganas de jugar).

En el medio de todos los acontecimientos que prologaron el casi clásico, un día de la semana previa, Talleres (de una categoría más abajo) le ganó con claridad a Instituto. Bah… nada… disculpen la mención arbitraria; es indemostrable que eso haya encendido una alarma subliminal en la psiquis de algunos leprosos.

Por “taliban” ahora se entiende lo que antes se solía llamar “lo’ gurka”. Algo así como un intransigente y dispuesto a lo que sea.
Me gustaría destalibanizar la opinión evitando generalizaciones como “los leprosos tienen miedo”, “los leprosos arrugaron, abandonaron”, etc.
Pero hay demasiados indicios de que muchos leprosos preferían que no se jugara, de que algunos de esos se vistieron de fajina y actuaron en consecuencia durante las noches, y de que un estamento dirigencial, al momento de decidir, decidió no presentar el equipo.

G.B.